La economía circular es el nuevo modelo de producción y consumo que nos puede guiar del «fin de la era de la abundancia» a una nueva prosperidad
Por Luis Lehmann
A diario recibimos múltiples advertencias sobre las consecuencias de la acción económica del ser humano, pero ninguna tan explícita como la pronunciada por el presidente francés Emmanuel Macron en agosto de 2022, anunciando «el fin de la era de la abundancia».
Sin profundizar en sus motivaciones, lo cierto es que existe una tendencia errónea en la sociedad de creer que vivimos en una «era de la abundancia». Una época de disponibilidad infinita de cosas materiales, en el que las personas tendrían acceso a una gran cantidad de recursos naturales como alimentos, agua, energía, materias primas y bienes de consumo.
Indudablemente, en un mundo cada vez más interconectado y multipolar, el entorno y la situación internacional influyen en el crecimiento económico de los países y las regiones. En este marco, distintas tensiones como la escasez de recursos, la volatilidad de las cadenas de suministro o las consecuencias del cambio climático comienzan a adquirir dimensiones geopolíticas. Por ello hay que buscar nuevas maneras de hacer economía y de gestionar los recursos. En esta dirección, una economía circular y sostenible no es una opción, sino una necesidad, no es futuro, sino que es un presente cada vez más relevante.
Reenfocar la economía en el ser humano
El modelo económico lineal, tal cual lo conocemos hasta ahora, priorizó la producción y el consumo a corto plazo, basado en la extracción de los recursos de la naturaleza. Ese sistema de industrialización masiva de productos y servicios de escaso valor para una utilización pasajera está llevando al planeta a ser un lugar insostenible.
Sin embargo, la economía, en su definición clásica, es la ciencia social que estudia la forma de administrar los recursos «disponibles» para satisfacer las necesidades humanas. Sencillamente, si los recursos dejan de estar disponibles, no hay economía.
Retomando ese camino, y parafraseando al célebre escritor ruso León Tolstoi y su «pinta tu aldea y pintarás el mundo», podemos postular como la economía, reenfocada en el ser humano, en armonía con su entorno, puede ser el punto de inflexión que permita seguir progresando. Por ello, más vigente que nunca, «cambia la economía y cambiarás el mundo». Una economía de fines y no de medios.
En la visión propuesta, la economía circular emerge como un nuevo modelo económico de producción que promueve el desarrollo y la creación de valor a partir del desacople de la utilización de recursos. Por el lado del consumo, impulsando un cambio de comportamientos acelera un cambio cultural que puede proveernos algunas de las respuestas planteadas.
¿Qué podemos cambiar? ¿Cómo es el proceso de cambio?
Pese a que solemos esperar que la economía cambie sola, que la cambie alguien, o que otros cambien sus conductas y se adapten a nuestra voluntad con el mínimo esfuerzo, lo cierto es que el cambio debe ser individual e interno, comienza por nosotros. Implica una toma de conciencia, un «darse cuenta» que provoca el descubrimiento de algo, tal vez oculto a simple vista, que es ese potencial de cambio colectivo. Y a partir de allí, buscar las maneras de hacer algo, de pasar a la acción. A nivel social, la manifestación de ese conjunto de cambios individuales, debe derivar en un proceso de cambio compartido, como una opción de adhesión, en libertad, un cambio por la razón, por la voluntad, no por la obligación.
Esfuerzo no tiene por qué ser sacrificio
Pese a que solemos esperar que la economía cambie sola, que la cambie alguien, o que otros cambien sus conductas y se adapten a nuestra voluntad con el mínimo esfuerzo, lo cierto es que el cambio debe ser individual e interno, comienza por nosotros. Implica una toma de conciencia, un «darse cuenta» que provoca el descubrimiento de algo, tal vez oculto a simple vista, que es ese potencial de cambio colectivo. Y a partir de allí, buscar las maneras de hacer algo, de pasar a la acción. A nivel social, la manifestación de ese conjunto de cambios individuales, debe derivar en un proceso de cambio compartido, como una opción de adhesión, en libertad, un cambio por la razón, por la voluntad, no por la obligación.
Aunque parezca una verdad de perogrullo, los cambios son acciones, es necesario hacer cosas. Pasando entonces a la práctica, es momento de diferenciar sacrificio y esfuerzo. Son dos conceptos que a menudo se utilizan como sinónimos, pero en realidad tienen diferencias fundamentales. El término sacrificio en la actualidad pareciera tener una connotación de índole negativa. Se refiere a la renuncia o pérdida de algo valioso con el objetivo de alcanzar una meta o beneficio mayor. Por otro lado, el esfuerzo se refiere al trabajo o dedicación que se pone en algo para alcanzar un objetivo.
En general, el sacrificio y el esfuerzo son ambos importantes para alcanzar metas y lograr el éxito, pero deben equilibrarse adecuadamente. El sacrificio puede ser necesario en algunas ocasiones, pero no debe ser visto como la única forma de alcanzar un objetivo. El esfuerzo constante y la dedicación son iguales de importantes.
Por ello es fundamental promover un cambio de mentalidad en la sociedad, para que no sea necesario sacrificarse y a través del esfuerzo se entienda que el uso sostenible de los recursos es la mejor forma de asegurar un futuro próspero. Como decía Eurípides, poeta griego contemporáneo de Sócrates, «mucho esfuerzo, mucha prosperidad».
¡Cambiar es posible!
Con múltiples puntos de partida, y a modo de guía práctica, propongo en un nuevo libro, «Cambia la economía y cambiarás el mundo», una serie de ideas, ejercicios y metodologías concretas basados en la economía circular.
Por qué el cambio de modelo de producción y consumo no solo es necesario, sino que es posible, con esfuerzo, evitando el sacrificio y sin detener el progreso, porque tenemos las herramientas -los recursos humanos, materiales, económicos, la tecnología y el conocimiento- para resolver los grandes problemas que tenemos por delante como humanidad. Y para que ese «fin de la era de la abundancia», lejos de significar una era de escasez, pueda guiarnos a una «nueva prosperidad».
Luis Lehmann
Graduado en ciencia política, se ha especializado en nuevas economías. Se desempeña como consultor, speaker, divulgador y docente en temas de promoción del desarrollo económico sostenible a partir de la economía circular.
Vinculado hace más de una década a la gestión pública y el ambiente, desempeñó diversas posiciones ejecutivas.
Impulsor del nuevo paradigma desde 2015, ha sido conferencista en numerosos encuentros en España y América del Sur.
Es autor de los libros “Economía Circular, el cambio cultural” (2019) y “Cómo hacer clic hacia una nueva economía. Una revolución circular con el ser humano como centro” (2021).
Linkedin: https://www.linkedin.com/in/luislehmann