“No es optativo, hay que empezar a pensar que el mundo ha de ser circular o no será”
En plena era del fomento de la circularidad, avanzar hacia un modelo de producción y consumo ajustado a parámetros sostenibles y desacoplado de la extracción de materias primas vírgenes está planteando una serie de retos mayúsculos que aún hoy deben ser solucionados.
A fin de abordar algunos aspectos de este rompecabezas nace la Fundación para la Economía Circular, un organismo que cimienta su actividad en generar soluciones sostenibles a través del diálogo entre administraciones, empresas, entorno científico y sociedad. Hablamos con su presidente, Ángel Fernández Homar, para conocer su punto de vista respecto a la actual transición hacia un modelo económico circular, los desafíos que plantea, su potencial transformador y las perspectivas de futuro que le augura.
¿Es posible desacoplar el crecimiento económico con la generación de residuos? ¿qué papel juega la economía circular?
Nuestro actual modelo económico, si bien nos ha permitido un desarrollo importante, una calidad de vida muy superior a la que teníamos antes, mayor longevidad, etcétera, ya está exhausto. Sabemos ahora que no tenemos materias primas suficientes como para seguir derrochándolas a nivel mundial como lo hemos venido haciendo y que además ha dejado tras de sí grandes efectos colaterales, como son el cambio climático, la pérdida de biodiversidad, grandes diferencias sociales dentro de los países y entre países, etcétera.
Contra ello debemos ejecutar un cambio de modelo hacia uno mucho más productivo que aproveche mejor los recursos. Debemos intentar alargar al máximo posible la vida útil de los mismos antes de que se transformen en un residuo, para lo cual necesitamos aplicar una serie de técnicas de ecodiseño que faciliten que el producto dure el máximo tiempo en las condiciones más óptimas.
Ya no se trata de un tema optativo, hay que empezar a pensar que el mundo ha de ser circular o no será, porque no tenemos suficientes recursos y ya hemos llegado a límites poco sostenibles. Es por ello que la economía circular resulta fundamental, porque va a hacer que se aprovechen mucho mejor los materiales y que la gente concienciada tenga más dinero en el bolsillo, porque les beneficiará más reparar que comprar.
La Fundación estudia y amplía el conocimiento acerca de la sostenibilidad en España, ¿Cuál es el estado actual del país en esta materia respecto a la gestión de los residuos?
La verdad es que deberíamos estar algo mejor de lo que estamos. Ya en el estudio que hicimos en 2019 sobre diagnóstico y escenarios de cumplimiento de los objetivos de residuos municipales comentábamos que, en aquello que antes era una transposición de Directiva pero que ahora ya es ley de residuos, estábamos bastante lejos de los resultados requeridos. En 2017 alcanzamos más o menos un 36,1% de reciclaje, pero los criterios con los cuales se calculó esta cifra eran distintos a los que ahora se deben aplicar debido a la nueva ley. En España no se contabilizaban los residuos de gestión privada y normalmente éstos tienen una alta reciclabilidad, como el vidrio, lo cual proporcionaría una mejor posición del país respecto a otros que sí los contabilizan.
En contra de lo anterior y respecto a ese dato del 36,1%, algunas nuevas imposiciones van a afectar de forma negativa. Por ejemplo, ya no se podrá contabilizar como material reciclado aquella materia orgánica que se haya aprovechado para compostar o producir biometano si no procede esa materia orgánica de recogida selectiva, es decir, que pasará a ser considerado como material bioestabilizado y no computará a efectos de reciclaje en la materia orgánica que se haya obtenido de las plantas, teniéndolo que restar del dato a la hora de dar cantidades y porcentajes de reciclado.
Estos son temas muy importantes a la hora de marcar cuál es la situación actual porque va a ser difícil comparar los datos que se daban en 2017 con los que obtendremos a partir de ahora. Concretamente, la ley ya nos decía que en el 2022 tenía que estar instalada de forma generalizada en todos los municipios de más de 5000 habitantes la recogida selectiva, algo que aún no ha ocurrido en muchos municipios. Con lo cual, ya vamos atrasados respecto al cumplimiento de la propia ley.
¿Confían en que la normativa logre acelerar la circularidad en España?
Valoramos la nueva ley muy positivamente, es fundamental, lo contrario sería un verdadero suicidio y está claro que la Administración está muy interesada en el tema. La economía circular es un vehículo y el objetivo es la sostenibilidad. Esta sostenibilidad es una mesa con tres patas: la social, la ambiental y la económica; y para que haya sostenibilidad tienen que estar las tres bien equilibradas. Por eso remarcamos que no se trata de aprobar muchas leyes, sino de cumplirlas, y nos preocupa a veces que en general, y ya no hablo solo de España, sino de Europa, se publican muchas normativas por la urgencia que hay en el cambio de modelo, pero luego no termina de existir una supervisión certera de su cumplimiento.
A nivel europeo, nacional, autonómico o incluso municipal pueden ser más de 500 las leyes que afectan a una entidad y nos preocupa que en España, un país en que más del 95% de las empresas son PYMES, si resulta difícil simplemente conocerlas, ya no digo cumplirlas. Lo correcto sería hacer un seguimiento, pues se supone que la administración cuenta con suficientes medios técnicos y humanos para ejecutarlo.
“Nos preocupa que se publican muchas normativas por la urgencia que hay en el cambio de modelo, pero luego no termina de existir una supervisión certera de su cumplimiento”
¿Resultan las instalaciones de tratamiento suficientes para cumplir con los nuevos objetivos?
Un problema importante respecto a la nueva normativa es que se habla mucho de recogida pero no tanto de tratamiento. En muchas zonas de España, más allá de no tener establecida la recogida selectiva de orgánico, no existen plantas preparadas para tratar este flujo o no cuentan con la capacidad suficiente para hacerlo.
A nivel infraestructuras habrá que pensar en la construcción o transformación de nuevas plantas de tratamiento, como el caso de las plantas de tratamiento mecánico biológico, que sin estar preparadas para ello pueden adaptarse. Existen desequilibrios entre comunidades y con las nuevas exigencias de la ley de residuos va a haber que acelerar su tramitación para evitar que los rechazos se destinen a vertedero, lo cual incumple no solo la filosofía de la ley, sino además la siguiente exigencia de la misma, que es el 10% máximo.
¿Cómo se financiarán todas estas nuevas inversiones?
Al final quien está asumiendo la responsabilidad de la gestión son los municipios, las mancomunidades de municipios, las diputaciones o, en el caso de las islas los cabildos o los consejos insulares, y éstos van a necesitar financiación para poder cumplir con las nuevas exigencias. Muchas veces esta financiación se traduce en tasas a los ciudadanos, medida muy impopular, pero también se están tratando de introducir otros mecanismos. Una de las soluciones es la puesta en marcha de más sistemas integrados de gestión, en este caso para residuos como podrían ser los textiles, que repliquen los que ya tenemos para envases, vidrio o residuos de medicamentos. Hay una gran cantidad de elementos a tener en cuenta y aún existen muchos puntos a resolver y aclarar, pero con voluntad podremos avanzar.
“Existen desequilibrios entre comunidades y con las nuevas exigencias de la ley de residuos va a haber que acelerar el desarrollo de infraestructuras de tratamiento”
¿Cuenta actualmente el país con los suficientes incentivos económicos, fiscales y legislativos para el despliegue de la economía circular?
Aún hoy faltan elementos fiscales más allá de aquellos punitivos, que por el contrario incentiven la buena gestión. La experiencia que hay en otros países europeos al establecer una tasa de pago por generación, donde cada cual paga por lo que genera, ha demostrado estimular el buen hacer y de esta forma se reducen y aprovechan más los residuos. Si a ello se suma pagar solo por la fracción resto y ejercer una buena gestión de los demás flujos, lo que se consigue es que dicha fracción resto sea cada vez menor. Para esto último es preciso poner en marcha un sistema de vigilancia e inspección óptimo de cara a no perjudicar la calidad del resto de fracciones.
“Aún hoy faltan elementos fiscales más allá de aquellos punitivos, que por el contrario incentiven la buena gestión”
¿Cómo enfrentan los productores y gestores de residuos este cambio hacia la circularidad?
El productor se está dando cuenta de que cada vez le están faltando más materias primas para sus nuevos productos y que, además, el precio de las mismas es cada vez más alto precisamente por su escasez. Por ello, el que produce el artículo será el primer interesado en que los productos que en su día vendió le sean devueltos para hacer nuevos bienes, para repararlos, actualizarlos o bien para aprovechar la materia prima de que están hechos.
Aquí un pilar fundamental para que la estrategia funcione tiene que ver con la educación, es importante que a la población se le informe correctamente para que pueda saber elegir qué tipo de producto le conviene comprar, y eso pasa por mejorar el etiquetaje. En los próximos años se irán incluyendo más datos a las etiquetas, como el contenido de material reciclado, el porcentaje de reparabilidad o su durabilidad; y a medida que el usuario cuente con mayor información y sepa leerla correctamente, se decantará por productos más circulares.
En el caso de los gestores, yo los veo muy predispuestos porque al final resulta mucho más cómodo gestionar bien. Detrás de la mala gestión puede haber consecuencias graves, incluso penales, por lo que les conviene adaptar su modelo en función de lo que la normativa les va exigiendo. Por el puesto que ocupo en la Fundación puedo afirmar que los gestores están muy interesados en participar de esto. Además, no deja de ser a su vez un factor de competitividad, porque normalmente el gestor de residuos está enmarcado dentro de una concesión administrativa y a la hora de concursar le conviene contar con buenas referencias.
El i+D y el desarrollo de nuevos materiales reciclados juegan un papel destacado, ¿Cómo progresan actualmente estos ámbitos?
Si queremos materiales que cada vez sean menos lesivos para el medio ambiente y la salud hay que empezar a pensar en materiales sustitutivos de muchos de los que estamos utilizando hoy en día. Por eso, o porque tenemos pocos, es fundamental la investigación. Por ejemplo, no está nada claro que existan materias primas suficientes en el mundo para hacer un cambio hacia la movilidad eléctrica y la producción limpia de energía a base de renovables, por lo que, si no tenemos litio o cobalto suficiente, habrá que investigar para encontrar materiales más abundantes en la naturaleza que puedan sustituirlos. Aquí juega un rol destacado la tecnología, pues sin ella va a ser muy difícil poder alcanzar los objetivos. Una de los aspectos que impulsa la economía circular es la simbiosis industrial entre empresas para que, lo que para una es un residuo sea para la otra un recurso; también todo el tema de la reparación es fundamental, al igual que la biomimesis, es decir, inspirarse en la naturaleza para desarrollar nuevas soluciones.
De cara a su financiación, estas iniciativas pueden impulsarse con dinero público a nivel nacional o con fondos europeos, pero además estamos viendo cómo la propia industria inicia proyectos de investigación para posicionarse en esta industria de futuro. Por ejemplo, las petroleras están metidas muy de lleno en la producción de hidrógeno o biocombustibles porque están viendo el riesgo en la pervivencia de su actividad.
“Un pilar fundamental para que la estrategia funcione tiene que ver con la educación, es importante que a la población se le informe correctamente para que pueda saber elegir qué tipo de producto le conviene comprar”
¿Y de cara al futuro, qué perspectiva augura? ¿Desde la Fundación qué esperan en los próximos años?
Me gustaría ser optimista, pero también existe cierta preocupación porque entendemos que hay una labor ingente y habrá que ver cómo puede desarrollarse. Lo que sí va a acelerar rápidamente al despliegue de la circularidad, por desgracia, va a ser precisamente la escasez de recursos. Es innegable que se está avanzando, pero no a la velocidad adecuada. Para llevar a la práctica y materializar la circularidad lo primero que se necesita es un consenso mundial, así que ya empezamos mal, porque la economía circular depende de la colaboración entre todos los países y no solo a nivel gobiernos, sino también a escala ciudadana, al ser un problema y una responsabilidad de todos. Si estamos hablando a nivel nacional, lo que hace falta es un pacto social muy importante que todavía no veo que exista.
Nos falta mucho por hacer y preocupa la capacidad que podamos tener de acatar las normas de obligado cumplimiento. Si bien Europa legisla como resultado de consensos, se parte de puntos muy diferentes, es decir, no es lo mismo plantear la aplicación de la nueva directiva de residuos en un país como Suecia, que ya prácticamente la cumple, que pedirle lo mismo a Grecia, donde el reciclaje es casi inexistente, y darles la misma fecha de aplicación a ambos. Aún con esto, al menos hay voluntad, que es lo importante, voluntad de cambio.
Está en nuestras manos decidir si queremos que la humanidad perdure, porque el cambio climático no parece que vaya a poder frenarse a corto plazo. Son palabras contundentes pero desde la Fundación no podemos arriesgarnos a decir lo que la gente quiere oír, decimos lo que pensamos aunque no guste y, si bien no echamos la culpa a nadie de lo que está pasando, sí que damos una llamada de atención argumentada con datos técnicos y científicos.
Fuente: https://www.retema.es/actualidad/no-es-optativo-hay-que-empezar-pensar-que-el-mundo-ha-de-ser-circular-o-no-sera