José Mª Baldasano
Catedrático emérito de Ingeniería Ambiental de la Universidad Politécnica de Cataluña
El calentamiento global debido al uso abusivo de los combustibles fósiles y a un modelo económico de consumismo de usar y tirar, además del crecimiento del número de individuos de la especie –cerca de 8000 millones-, nos ha llevado al actual cambio climático, que se caracteriza especialmente por la rapidez a la que se está produciendo. El clima ya está siendo más cálido, más imprevisible; con olas de calor intensas, inundaciones, reducción de caudales de los ríos, etc. El margen para los negacionistas es cada vez más limitado y responde en esencia a la defensa de intereses creados. Ya estamos en una clara fase de evidencias. El aumento de la temperatura media global ya es de 1,2 ºC respecto a los niveles preindustriales (WMO, 2021), no superar 1,5 ºC o incluso los 2 ºC será tremendamente difícil. En síntesis: estamos en un cambio climático forzado por el hombre cada vez más presente.
Los combustibles fósiles nos han permitido disponer de energía accesible, intensa y barata, permitiendo un crecimiento exponencial. Hemos gastado en 270 años la que el planeta había empleado más de 30 millones en acumular. El modelo económico basado en los combustibles fósiles ha llegado a sus límites. En términos generales, una parte importante de la humanidad está viviendo mucho mejor que antes del año 1750. Pero todo tiene un coste, y este coste es el calentamiento del planeta y el uso intensivo de los recursos del planeta. Un calentamiento relativamente pequeño en términos de temperatura, pero enorme en términos de la energía añadida a la atmósfera, a los océanos, y a los hielos. Los océanos, que cubren el 70% de la superficie del planeta ya acumulan el 90% del calor retenido por los gases de efecto invernadero en ese corto período de años.
Con respecto a los efectos físicos y sociales del cambio climático, las ciudades sufrirán los efectos de forma particularmente extrema, y especialmente las situadas en las costas que concentran cerca del 40 % de la población mundial. Además, los efectos sobre los diferentes ecosistemas naturales y artificiales, también alteraran las producciones agrícolas y ganaderas de las que depende nuestra alimentación. Generando migraciones, cambios sociopolíticos y económicos.
Ante este escenario, el actual modelo socio-económico-energético dominante, genera la emisión de gases de efecto invernadero que provocan el actual cambio climático y que son producto de nuestra economía extractiva “extraer-producir-tirar”. Debemos cambiar radicalmente la forma en la que generamos energía, nos movemos y producimos y consumimos bienes y servicios. antes de 2050, y mucho mejor acelerar los cambios antes del 2030. Debemos movernos a energías renovables, electrificar el transporte, replantear los usos del agua, reducir al mínimo los residuos generados, apostar por la agricultura ecológica e impulsar la fiscalidad verde. Es decir, ir a un modelo de economía circular. Acelerar el cambio hacia una economía circular es esencial para alcanzar los objetivos climáticos. Es clave para aumentar la resiliencia ante la emergencia climática,
La economía circular juega un papel determinante. Y debe asumirse, reducir cuanto antes -lo que debemos hacer imperativamente- las emisiones de gases de efectos invernadero en todos los sectores, ya que es un componente esencial para lograr la neutralidad climática. La extracción y el procesamiento de los recursos naturales causan la mitad de las emisiones mundiales y más del 90 % de la pérdida de biodiversidad. La economía circular implica evitar el consumo innecesario, los residuos y el uso de combustibles fósiles mediante la reutilización, la reparación y el reciclaje de los materiales y productos existentes en toda la cadena de valores: extracción y uso de recursos, producción, distribución, uso y materiales residuales. El uso de energía y de los recursos, el transporte, los edificios y la gestión de residuos son sectores prioritarios. Además de ser mucho más eficientes. Replantearse la forma en la que gestionamos los recursos. Evolucionar a un modelo que es restaurador por concepto y diseño.
El Acuerdo de Paris exige la reducción de las emisiones a cero para el año 2050 para limitar el crecimiento de la temperatura en 1,5 °C (IPCC, 2018). La economía circular se fundamente en el uso de las energías renovables, en el rol crucial que el sector de agrícola y ganadero juegan, así como los sectores industriales, la gestión de los residuos y particularmente la forma de usar los recursos y los productos son claves para reducir las emisiones de GEI y alcanzar dicho objetivo. Esto se aplica para todas las empresas, ciudades y países. La implementación de una economía circular es un paso esencial para lograr las metas climáticas.
Un reciente estudio (2019) pone de manifiesto en sus conclusiones que los esfuerzos para la descarbonización de los sistemas energéticos basados en el uso de las energías renovables y en el fomento de la eficiencia energética, podrían abordar como máximo el 55% de las emisiones totales; mientras que el 45 % restante correspondería al ámbito de la economía circular.
Pero tampoco debemos olvidarnos de los riesgos sociales y ambientales que conlleva la transición energética absolutamente necesaria a realizar. La implementación de las energías renovables, implica una demanda de nuevos materiales y el uso de una parte importante del territorio, la eólica demanda zonas con un valor ambiental y paisajístico elevado, la fotovoltaica –dada su eficiencia energética- de una gran extensión de superficie, compitiendo con otros usos. Debemos hacer esfuerzos importantes de compatibilizar necesidades e intereses. Además de sistemas de almacenamiento energético, como el uso de baterías. Lo que nos lleva a otra demanda importante de minerales, que se suma a la electrificación del parque vehicular. Sin olvidar, las necesidades energéticas del sistema de transporte marítimo y aéreo, muy diferentes a las continentales.
La transición hacia una economía circular nos debería permitir alcanzar las necesidades de una población en crecimiento, mientras avanzamos hacia una economía prospera y resilente, que puede funcionar a largo plazo, de una forma sostenible.
Es un proceso inevitable de transformación, con sus necesidades, objetivos y sus costes, y con una elevada probabilidad de que provoque protestas, tanto por la defensa de intereses creados como por la inercia a los cambios. Estamos ante una transformación del modelo con un gran impacto social, por agotamiento del modelo basado en el uso intensivo de los recursos, será necesario un nuevo contrato social, para que la justicia social esté también en el centro del proceso de cambio. Sin reducir la competitividad social, sin dejar a nadie atrás.
Referencias:
WMO (2021) State of the Global Climate 2020, 20 de abril de 2021 https://public.wmo.int/en/our-mandate/climate/wmo-statement-state-of-global-climate
IPCC (2018) Global Warming of 1.5°C. https://www.ipcc.ch/sr15/
Ellen MacArthur Foundation, Completing the Picture: How the Circular Economy Tackles Climate Change (2019) www.ellenmacarthurfoundation.org/publications