Manuel Guerrero Pérez
Director Ejecutivo de la Fundación
Cuando hablamos de economía circular tenemos que comenzar por entender el concepto Economía Circular, para ello utilizaremos la definición dada en el artículo 2 del Reglamento sobre “inversiones sostenibles”, el cuál nos va a dar las pautas de los principales conceptos que son inherentes a lo que hoy denominamos como Economía Circular:
Lo define como un sistema económico en el que el valor de los productos, materiales y demás recursos de la economía dura el mayor tiempo posible, potenciando su uso eficiente en la producción y el consumo, reduciendo de este modo el impacto medioambiental de su uso, y reduciendo al mínimo los residuos y la liberación de sustancias peligrosas en todas las fases del ciclo de vida, en su caso mediante la aplicación de la jerarquía de residuos.
Si desgranamos esta definición veremos que incluye aspectos relevantes como:
- El concepto del largo plazo
- La idea del uso eficiente tanto en la producción como en el consumo
- Y por supuesto, la aplicación de la jerarquía de residuos
Por tanto la economía circular hay que entenderla como un método que, de una manera u otra, va a actuar sobre todos los elementos del ciclo productivo, de ahí que una de las característica esté en que la economía se convierte en un proceso productivo con una visión más a largo plazo, además de llevar a una realidad más comprometida de los distintos sectores y en última instancia, romper con el concepto de la economía lineal de producir, consumir y tirar.
En ese sentido la normativa va a intentar abarcar todas las fases del proceso productivo, de ahí que distingamos entre producción, consumo y resultados.
La EEEC (estrategia española de economía circular) identifica seis sectores prioritarios de actividad en los que incorporar este reto para una España circular: sector de la construcción, agroalimentario, pesquero y forestal, industrial, bienes de consumo, turismo y textil y confección.
Es importante que ya desde la producción en las fase de diseño (ecodiseño), si queremos que un producto dure mucho, consuma poca energía, agua u otros consumibles, sea más fácil de reparar, de actualizar (móviles y ordenadores ), sea reciclable o utilice en su fabricación recursos reciclados,no contenga sustancias peligrosas, pues bien, deberá ser diseñado para que cumpla con estos requerimientos, es decir, tenemos que tener en cuenta cómo se van a articular las distintas etapas, por ejemplo en el ciclo de montaje se tendrá que diseñar teniendo en cuenta favorecer el futuro desmontaje y por supuesto la reutilización, en definitiva deberemos tener en cuenta ese potencial que tiene la economía circular para la reducción de los residuos como objetivo principal.
En relación al consumo, otra importante fase del proceso, deberemos intentar acabar con unas prácticas que además de generar un mayor volumen de residuos, afectan de forma importante a la economía del consumidor, en este sentido el ejemplo más claro, en el sector tecnológico, es la obsolescencia programada, que no por muy conocida y mediática que sea, debemos asumirla como un mal menor.
Pues bien, se trata de potenciar nuevas tendencias intentando limitar malas prácticas del pasado, además de continuar con aquellas que ya se habían iniciado hace muchos años y, que sin duda, ya estamos habituados a esos procesos para seguir en esa línea, todo ello forma parte de esta dimensión en global de lo que entendemos por economía circular. En este campo es fundamental la reutilización, el pasar de la posesión al servicio (servitización) y al “sharing” (intercambio).
Debemos de definir de forma clara quienes son los afectados y los destinatarios de las normas, en principio lo serán todos los sectores, agentes y consumidores que participan, en ese sentido el manual de referencia será el new Circular Economy Action Plan (nuevo Plan de Acción de Economía Circular), que, a modo de ejemplo, comienza su introducción diciendo: Solo tenemos una Tierra, pero en 2050 el consumo mundial será el equivalente al de tres planetas.
Es importante cambiar la sensibilidad del consumidor que debe venir de la mano, también, de todo el proceso productivo. En este sentido la jerarquía de residuos indica un orden de preferencia de acciones con el fin de disminuir y gestionar los residuos con el propósito de extraer el máximo beneficio práctico de los productos y generar la mínima cantidad de residuos. La evolución de la última década en materia de prevención camina a convertirse en un pilar básico, lo más importante es que se ha invertido la pirámide para que ya no solo debemos centrarnos en la eliminación del residuo.
Ahora, la idea es pensar en la reutilización, adecuar ese diseño o facilitar el reciclado posterior y en ese sentido hacer una cadena que sea permanente, que piense en el largo plazo, que implique a todos los sectores y todo ello hará que en el ámbito de los residuos se facilite la reutilización y se disminuya ese impacto que en la gestión de residuos veníamos generando con nuestro consumo y con nuestra producción en las economías avanzadas, esta es la idea para avanzar en esa planificación, en esa prevención y reforzar ese compromiso global de todos.
En nuestro caso, en España, además de hacer nuestras las obligaciones derivadas del derecho derivado de la Unión Europea, mediante la transposición de las directivas ambientales, se han venido impulsando nuevas iniciativas dirigidas a potenciar la concienciación y a facilitar el compromiso de todos.
La Unión Europea empuja a todos los países miembros a un proceso de transformación, donde los nuevos compromisos de la Unión Europea están teniendo un considerable impacto, hablamos de obligaciones pero además tenemos que ser capaces de convertir esas obligaciones en oportunidades.
Se están potenciando estrategias innovadoras, vanguardistas, intentando que las empresas vean una oportunidad a la hora de diseñar sus productos, en los nuevos formatos de reciclaje, que la reutilización les pueda favorecer un ahorro de costes, además de proporcionarles una materia prima en algunos casos escasa y que a quien apueste por la economía circular mediante procesos de innovación se les incentive o/y se les financie, en definitiva que se les apoye.
Hablamos de programas de apoyo que van orientados a la transformación de las prácticas empresariales, evolucionar desde procesos productivos con un mayor impacto en el medio ambiente y los ecosistemas, sectores como la agricultura, los cosméticos o las industrias textiles con unos niveles muy importantes de generación de residuos pues con la utilización de estos programas avanzar hacia procesos productivos más sostenibles, en definitiva mediante el empleo de técnicas de prevención y circularidad se generen menos residuos y que estos sean menos peligrosos
Además de las ayudas hay que hablar de la fiscalidad, en este caso de la fiscalidad verde, inicialmente cuando hablamos de fiscalidad inmediatamente pensamos en un sobrecoste a añadir a los productos pero en este caso puede llevarnos a un ahorro de costes, pondré un ejemplo, en cuanto a emisiones, si una empresa invierte en procesos que tengan menos emisiones el ahorro se produce de forma directa bien por necesitar menos derechos y por tanto no tener que comprarlos, o bien, porque al disponer de ellos puede proceder a su venta. También es importante desarrollar una fiscalidad incentivadora para todos aquellos procesos, inversiones y proyectos alineados con la economía circular.
El actual modelo económico lineal basado, como ya se ha hecho referencia anteriormente, en “tomar-hacer-desechar” es el responsable en gran medida del cambio climático y el agotamiento de los recursos, además de otros impactos no menos importantes como es la pérdida de biodiversidad. Por ello, debemos adoptar un nuevo modelo económico. Ahora sabemos que es imprescindible aprovechar los recursos de una forma sostenible evitando su muerte y reduciendo los impactos sobre la naturaleza mediante un cambio a un modelo circular.
Nos encontramos ante un proceso global que afecta a todos los sectores económicos y en el que las industrias, grandes y pequeñas, se ven empujadas a cambiar sus estructuras, a transformar sus sistemas de producción. Toman especial relevancia los procesos de digitalización, cuanto más digital sea ese proceso, cuánto menos se usen los recursos tradicionales en ámbitos como la logística, como la comunicación, incluso en las líneas de producción, desde el inicio del proceso hasta el final del mismo, mejor será también el camino hacia una economía circular.
En definitiva esta transición tiene costes y ahí es donde los programas de apoyo, los planes, de la Unión Europea que actualmente están siendo gestionados a través de las distintas administraciones públicas buscan que las empresas y entidades se sumen al camino de la transformación hacia una Economía Circular.
Estos programas de apoyo, estos planes, pretenden que se hagan planificaciones a largo plazo que lleven aparejado un retorno económico asociado a que la transformación lleve implique una reducción de costes.
De las fases del proceso productivo diferenciábamos entre producción, consumo y resultados, pues bien, en cuanto a los resultados estamos ante otro de los puntos claves a trabajar, la concienciación y la educación ambiental del consumidor, en este sentido desde diferentes departamentos del gobierno están publicando convocatorias que incorporan el concepto concienciación y educación ambiental, para caminar hacia la tercera de las fases que comentábamos, el resultado, buscando un resultado que respete nuestro medio ambiente, más circular, más sostenible.
Los principales objetivos de la Unión Europea son neutralizar las emisiones de gases de efecto invernadero para 2050, que el crecimiento económico esté disociado del uso de recursos, impulsando un uso eficiente de los mismos, restaurar la biodiversidad y reducir la contaminación.
Europa está liderando el camino en la creación de una economía circular global con un compromiso ambicioso de reducir los residuos enviados al vertedero en un 90% y reciclar el 75% de los envases para 2030.
El paquete de medidas sobre la economía circular es un plan de acción de la UE que establece un programa de acción concreto y ambicioso, con medidas que abarcan todo el ciclo: de la producción y el consumo a la gestión de residuos y el mercado de materias primas secundarias.